Por Alberto Benza González
Mis bitácoras para escribir son como ventanas abiertas hacia un vasto horizonte de palabras y emociones. En ellas, navego por los mares de la inspiración, explorando recónditos rincones de mi mente y descubriendo tesoros ocultos que anhelan ser revelados.
Cada bitácora es un refugio sagrado, un santuario donde encuentro la calma y la claridad necesarias para plasmar mis pensamientos en el papel. En sus páginas en blanco, se entrelazan mis sueños, anhelos y vivencias, formando un tapiz de historias que claman por ser contadas.
En ellas, registro mis encuentros con el mundo, capturando instantes efímeros que se desvanecen con el paso del tiempo. Las bitácoras son testigos mudos de mis travesías, guardando celosamente cada palabra y cada suspiro, permitiéndome revivirlos una y otra vez en cada lectura.
En estas páginas, me sumerjo en la melancolía de un atardecer dorado, me deleito con la belleza de un paisaje pintado por la naturaleza y me estremezco ante la fragilidad de un corazón roto. Las palabras fluyen como ríos caudalosos, transportándome a mundos imaginarios donde la fantasía y la realidad se entrelazan.
En mis bitácoras, la oscuridad y la luz se dan la mano, danzando en una sinfonía de contrastes. Escribo sobre la tristeza que me abraza en noches solitarias y también sobre la alegría que desborda mi corazón en momentos de plenitud. En cada página, encuentro un refugio donde las emociones se liberan y se vuelven eternas.
Mis bitácoras son como faros que iluminan mi camino, guiándome a través de la maraña de mis pensamientos y dudas. En ellas, plasmo mis inquietudes más profundas, mis cuestionamientos existenciales y mis anhelos más fervientes. Son un espejo de mi alma, donde encuentro respuestas y me conecto con mi esencia más auténtica.
En cada línea escrita, siento cómo mi voz se fortalece y se hace eco en el universo. Mis palabras adquieren vida propia, trascienden las barreras del tiempo y el espacio, y encuentran un lugar en el corazón de aquellos que las leen. En ellas, encuentro un propósito, una razón para seguir explorando las profundidades de mi ser.
Mis bitácoras para escribir son un viaje interminable, un peregrinaje hacia la esencia de la palabra. Son mi refugio, mi confidente y mi cómplice en esta aventura literaria. A través de ellas, me descubro a mí mismo, me reinvento y encuentro la libertad de expresar lo que mi corazón ansía transmitir al mundo.
Y así, con pluma en mano y mi bitácora como compañera, sigo navegando por los mares de la creatividad, en busca de nuevas historias por contar y emociones por compartir. En cada palabra escrita, me acerco un poco más a mi verdadero ser, y me sumerjo en el maravilloso arte de escribir.